domingo, 3 de mayo de 2015

Vivir de alquiler

Vivir en alquiler supone contar con la ventaja de poder mudarse de casa, barrio o ciudad cada cierto tiempo, nos permite llevar una vida un poco “nómada”. Esto implica más mudanzas en comparación con las familias que tienen su vivienda en propiedad, por lo que el planteamiento a la hora de decorar nuestra casa cambia un poco.

Con cambios de casa más frecuentes nos interesa un mobiliario que permita un fácil montaje y desmontaje, que evita además el deterioro durante las operaciones de traslado. También nos conviene elegir piezas modulares ligeras que admitan distintas combinaciones (las ruedas también vienen muy bien), de forma que los podamos adaptar a diferentes espacios con tamaños también diferentes.
Tomando en cuenta las anteriores consideraciones y partiendo desde cero, se nos plantea el problema de amueblar nuestra vivienda de alquiler con una inversión reducida, porque consideramos que la nueva casa es sólo temporal y que no nos interesa  adquirir muebles a medida o de una gran calidad, los cuales quizás no nos sirvan para la casa definitiva.

Partir de un presupuesto reducido no significa renunciar a un ambiente acogedor y hogareño, que se adapte a nuestro estilo; pudiendo con imaginación y unas ideas claras conseguir una decoración a nuestro gusto.
Nuestro primer paso consistirá en plantearnos cual es el estilo que queremos seguir y que más se adapta a nuestra forma de pensar. Podemos elegir: minimalismo, urbano chic, rústico, natural, clásico... Decisión difícil, pero que nos allanará el camino a la hora de empezar la búsqueda del mobiliario y de tomar decisiones sobre la decoración.
El siguiente paso, estudiar las características del piso: orientación e iluminación natural, tomar medidas in situ (aunque nos hayan facilitado un plano, deberíamos comprobar que está bien y las medidas coinciden) y además ver que altura libre tenemos de suelo a techo, la cual puede variar entre 2,20 y 2,50 metros o más si son inmuebles antiguos o casas individuales.

Si tuviera mucha luz natural tendría más margen para elegir muebles o pinturas oscuros. En el caso de que puedo elegir el color de la pintura o quiero personalizar la casa pintándola a mi gusto, debería elegir los tonos en combinación con el de los muebles. Colores muy suaves, más bien fríos, para combinar con mobiliario oscuro y, por ejemplo, tonos garbanzo o tabaco con los muebles blancos, eligiendo, para los tonos haya, algún color más vivo.

Para crear el ambiente hogareño usamos estores ya confeccionados, que salen muy económicos, cojines y alfombras, imprescindibles para dar calidez al ambiente.
Los textiles, colchas y sofás, si evitamos los dibujos y tonos muy clásicos, estaremos menos condicionados para poder combinarlos y renovar con nuevos complementos cuando nos apetezca cambiar un poco el aire de la casa. Rayas o cuadros son más fáciles de conjuntar y contribuyen a un ambiente más desenfadado.
Por último, para conseguir una gran armonía del conjunto, limitamos la cantidad de los elementos decorativos (jarrones, cuadros, lámparas...) a sólo unos pocos, pero que den personalidad al conjunto.


También prevemos la cuestión de almacenaje, que sea práctico y discreto; en realidad, todas las posesiones que no tengan un uso habitual lo conveniente es que una vez valorado el interés en conservarlas, decidir si nos interesa dejarlas embaladas en la casa del pueblo o bien alquilar un pequeño trastero, de los que hay disponibles por poco precio en las grandes ciudades. Todo lo que “carguemos” con nosotros, ocupa, y nos quita espacio de desahogo para la vida cotidiana...