Vivir en alquiler supone contar
con la ventaja de poder mudarse de casa, barrio o ciudad cada cierto tiempo,
nos permite llevar una vida un poco “nómada”. Esto implica más mudanzas en
comparación con las familias que tienen su vivienda en propiedad, por lo que el
planteamiento a la hora de decorar nuestra casa cambia un poco.
Con cambios de casa más
frecuentes nos interesa un mobiliario que permita un fácil montaje y
desmontaje, que evita además el deterioro durante las operaciones de traslado.
También nos conviene elegir piezas modulares ligeras que admitan distintas
combinaciones (las ruedas también vienen muy bien), de forma que los podamos
adaptar a diferentes espacios con tamaños también diferentes.
Tomando en cuenta las anteriores
consideraciones y partiendo desde cero, se nos plantea el problema de amueblar
nuestra vivienda de alquiler con una inversión reducida, porque consideramos
que la nueva casa es sólo temporal y que no nos interesa adquirir muebles a medida o de una gran
calidad, los cuales quizás no nos sirvan para la casa definitiva.
Partir de un presupuesto reducido
no significa renunciar a un ambiente acogedor y hogareño, que se adapte a
nuestro estilo; pudiendo con imaginación y unas ideas claras conseguir una
decoración a nuestro gusto.
Nuestro primer paso consistirá en
plantearnos cual es el estilo que queremos seguir y que más se adapta a nuestra
forma de pensar. Podemos elegir: minimalismo, urbano chic, rústico, natural,
clásico... Decisión difícil, pero que nos allanará el camino a la hora de
empezar la búsqueda del mobiliario y de tomar decisiones sobre la decoración.
El siguiente paso, estudiar las
características del piso: orientación e iluminación natural, tomar medidas in
situ (aunque nos hayan facilitado un plano, deberíamos comprobar que está bien
y las medidas coinciden) y además ver que altura libre tenemos de suelo a
techo, la cual puede variar entre 2,20 y 2,50 metros o más si
son inmuebles antiguos o casas individuales.
Si tuviera mucha luz natural
tendría más margen para elegir muebles o pinturas oscuros. En el caso de que
puedo elegir el color de la pintura o quiero personalizar la casa pintándola a
mi gusto, debería elegir los tonos en combinación con el de los muebles.
Colores muy suaves, más bien fríos, para combinar con mobiliario oscuro y, por
ejemplo, tonos garbanzo o tabaco con los muebles blancos, eligiendo, para los
tonos haya, algún color más vivo.
Para crear el ambiente hogareño
usamos estores ya confeccionados, que salen muy económicos, cojines y
alfombras, imprescindibles para dar calidez al ambiente.
Los textiles, colchas y sofás, si
evitamos los dibujos y tonos muy clásicos, estaremos menos condicionados para
poder combinarlos y renovar con nuevos complementos cuando nos apetezca cambiar
un poco el aire de la casa. Rayas o cuadros son más fáciles de conjuntar y
contribuyen a un ambiente más desenfadado.
Por último, para conseguir una
gran armonía del conjunto, limitamos la cantidad de los elementos decorativos (jarrones,
cuadros, lámparas...) a sólo unos pocos, pero que den personalidad al conjunto.
También prevemos la cuestión de
almacenaje, que sea práctico y discreto; en realidad, todas las posesiones que
no tengan un uso habitual lo conveniente es que una vez valorado el interés en
conservarlas, decidir si nos interesa dejarlas embaladas en la casa del pueblo
o bien alquilar un pequeño trastero, de los que hay disponibles por poco precio
en las grandes ciudades. Todo lo que “carguemos” con nosotros, ocupa, y nos quita
espacio de desahogo para la vida cotidiana...